2012-12-20

Respirar



Hoy ha sido el día del punto de inflexión más grande que jamás he podido cometer: he ido a visitar a Jorge, el chico que se encarga del respaldo psicológico de la Asociación LGTB Lambda, lo cual es genial. Él es psicólogo y ofrece ayuda a las personas con problemas dentro colectivo LGTB así como a familiares, amigos, parejas y personas cercanas a nosotros.

Ha sido una experiencia increible, he entrado por la puerta y he pensado: esto lo estoy decidiendo yo por mi para mi salud mental, qué genial que haga eso conmigo mismo. Lo único que le he hecho a mi cuerpo en esta vida ha sido maltratarlo, bien sea por la bulimia, bien sea por los signos autolesivos que cometí en la adolescencia cuando mi cuerpo no se correspondía con mi mente. Ahora, a mis 24 años, es cuando encajo muchas piezas de ese puzzle que decían que estaba por construir. Ahora. Y no, a mi puzzle no le faltan piezas, simplemente estaban mal puestas. Eso es lo que le contestaría a aquella "persona" que se dedicó a diagnosticarme problemas con 15 años, problemas tales como "lesbianismo" y demás.

Está claro a estas alturas que el colegio de curas no me hizo ningún bien y que aquellos psicólogos y psiquiatras concertados con aquel colegio tampoco. Eso sí era una secta satánica que emborronó y dañó mi mente hasta que por fin puedo ver con claridad.

Estoy cansado de que decidan por mi. Siempre he sabido, muy a mi pesar, lo que he sido, cómo me he sentido y cómo quería verme tras ese espejo. Siempre los mismos anhelos, las mismas ideas, las mismas proyecciones de mi y los mismos juegos de "ahora voy a ser el chico".

Ahora es cuando puedo ponerle nombre, puedo decirlo y puedo abrazarlo como mío. Quiero dejarme crecer, quiero dejarme salir. Quiero, de una vez por todas, hacer mi vida como yo quiero que sea y como siempre debería haber sido.

Hablando con el terapeuta le he comentado que aprecio la vida por encima de todo, que esta experiencia me sirve para valorar más la vida, para ver que ante las dificultades uno no debe rendirse y que si Dios quiso que fuer así, así soy.

Yo no soy ningún bicho raro, no soy ninguna persona fuera de lo normal. Soy una persona normal y corriente que siempre ha tenido que vivir un papel que aprendió a interpretar a la perfección pero que siempre intuía que algo pasaba ahí dentro. Quiero tomar esto como una oportunidad de poder salvarme, de poder hacer una vida digna y de ser realmente felíz.

Cuando me ha preguntado: "Y bien, ¿qué te ha traído por aquí?", me he puesto a llorar como una magdalena...porque son tantas tantas cosas las que se te vienen a la mente amontonadas que no sabes por cuál empezar y porque son tantas las emociones dentro de mi que no puedo contenerlas. Me llevan allí millones de preguntas, de dudas, de miedos, de soledad, de temor, de conflictos...me llevan allí 24 años de ver quién soy y por qué no funciono. No lo quería ver y sigo sin quererlo ver...pero cada vez estoy más cerca de ello y a la vez, siento que eso será mi alivio. Tengo pánico a la familia.

Ahora es un tiempo para mi y solo estoy seguro aquí, en estas páginas. La calle me sigue dando un poco de miedo, la gente, la casa...no se, todo. Me siento bien con Eròt, escribiendo, con algunos amigos...pero siento que algo ha cambiado y que me estoy preocupando mucho por mi, lo cual me gusta porque significaba que ya no podía aparcar más estos asuntos. Ahora no quiero pensar en los problemas que me llevará, sino más bien en las satisfacciones que yo personalmente obtendré y espero que así sean.

Tengo ganas de hacer una vida mejor, aún tengo mucho tiempo para disfrutar de mi, para no tener vergüenza de ir al gym y levantar pesas, para ir a nadar sin vergüenza, para todas esas cosas que son muy simples pero con las que siempre he tenido problema. Solo quiero que mis padres me quieran igual por ello. Siento todas estas sentimental-heces asquerosas sobre mi, pero llevar esta especie de diario virtual me ayuda mucho a volcar todas las emociones y dejar los llantos un poco de lado.







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