2012-12-21
Papeles y disforia
Cada día me invaden nuevos y geniales pensamientos libres de miedo y fobia. Intento crecer por dentro, aprender de los demás y aprender sobre todo de mi. Nunca me había parado a dedicarme tanto tiempo y a aprender a escucharme, a escuchar la voz que hay dentro de mi. Es normal que todo me aterre, puesto que ser como soy es un gran estigma social y hoy por hoy se requiere todavía de mucho coraje para poder vivir la vida que uno decide libremente vivir. No todo el mundo tiene la suerte de escucharse y acogerse. No todo el mundo tiene la suerte de tener una oportunidad de ser felíz, sepan o no con certeza quienes son.
Por fin creo que me estoy liberando de todas las fobias y de toda la (mala)educación que he recibido y me estoy dando una oportunidad a mi mismo, a configurar ese Yo innato que debería ser como bien lo podría describir yo y que es tan válido como cualquier otro Yo que esté dispuesto a ser felíz.
Anoche reflexioné sobre mi disforia. He notado que ésta no es tan fuerte a esta edad porque creo que he sabido controlarla, ocultarla y suavizarla a lo largo de los años creándome un papel bastante "cómodo" donde no debía dar demasiadas explicaciones y donde "encajé" durante un tiempo. Ese papel ha sido el de la etiqueta de lesbiana con tendencias masculinas muy pronunciadas, sobresalientes con respecto de muchas otras lesbianas. Es un papel que bien acoje la sexuación de "mujer", el género "masculino" y la orientación sexual "homosexual". Encajé bastante bien digamos en ese papel porque me lo supe crear y amoldar y se parecía bastante a mi deseo más profundo, el de ser un chico. Era un papel que "ni para ti, ni para mi" digamos, un papel bastante neutro donde no acababa de sobresalir tanto y donde no levantaba sospechas porque la gente se acostumbró a eso. No se acostumbró, sin embargo, a muchas de mis características masculinas como la forma de vestir, los deseos interiores de pelear contra hombres, mi deseo de tener perilla y mi aversión por los pechos femeninos en mi; a eso muy poca gente se pudo acostumbrar.
Reflexionando sobre estos papeles, roles, "quién soy o dejo de ser", he visto que lo más cercano a mi Yo siempre han sido los deseos inmaculados y pre-educados de ser un "chico" normal, desde la tierna infancia donde no sabía qué estaba pasando, hasta la crecida adolescencia donde ya sabía qué estaba pasando...
Años y años han pasado de malas terapias, de ocultismos, de deseos vergonzosos y de pensar que "eso" que me pasaba...no le pasaba a nadie más, y que si me pasaba es porque "algo estaba mal", muy mal dentro de mi. Que esos impulsos no eran normales y que debían desaparecer. Y eso traté de hacer.
A día de hoy no siento que hayan desaparecido, sino más bien, que hayan crecido, porque me he dado cuenta de "lo que es", de lo que sucede y de que me quiero engañar para no sufrir más ni hacer sufrir a los que me rodean.
Por otra parte, siento unas ganas inmensas de pincharme...lo siento, ahora siento que tiene que ser así. Quiero configurar mi masculinidad desde fuera, ya que por dentro está siempre latente pero quiero tener el cuerpo que siempre imaginé que tendría en otra vida, en otro momento, en un sueño, en dibujos...quiero ese cuerpo que siempre imaginé para mi, y para mi siempre será bonito, perfecto y perteneciente a mi y mi idea de Yo.
Tengo ganas de ser libre, de viajar, de configurar una vida, de crear, de correr con el pecho plano. Me he pasado 24 años anhelando lo que nunca tuve y llorando a solas porque eso era políticamente incorrecto.
He comprendido mi historia, me quiero y no me culpo por haber ocultado al mundo y a mi mismo quién soy verdaderamente. Es difícil, muy difícil, ser quien eres en esta sociedad llena de injusticias y rechazo, donde prima el dinero y el heterocentrismo, donde la diversidad está castigada sea del tipo que sea. Yo no me quiero avergonzar de quién soy, quiero quererme y reconocerme como la persona que siempre fui dentro de otra persona mejor aceptada.
Ars Amandi, Reflexiones filológicas,
Del Amor,
Disforia de género,
Disforia del género
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