2011-10-01

Fobias

Definitivamente odio a los niños. No a ellos en sí, sino a lo que representan. Son los máximos representantes de mis inseguridades y me hacen recordar los días en el patio del colegio, los abusos y las burlas indiscriminadas. Día tras día, ellos mellaron en mi autoestima haciendome creer pequeña. Pues bien, cada vez que veo un niño, sobretodo los descarados y maleducados, veo las caras del ayer. Esas miradas acompasadas de sonrisas crueles, donde dejaban entender que yo era un ser alejado de lo que se esperaba en aquel patio de colegio, que no en sociedad.

Hoy, ahora, esta noche; soy un cúmulo de inseguridades. Un cuerpo sin aliento y con el pulso acelerado. No entiendo por qué musitas al teléfono que, quizá podríamos estar equivocadas, que te estás cansando del gris y que los días pasan sin pena ni gloria. De nuevo algo anda torcido para que descanse mis dedos sobre este teclado retratando el marco de mis sentimientos. No quiero vomitarlos todos de golpe, no por ahora. Por favor.

A muchos días les borraría la coletilla. Las últimas horas las barrería de un plumazo. Iba a salir o iba a leer, pero me veo obligada a volcarme de lleno en este teclado. Todavía es demasiado pronto para que sea Noviembre; pero con el frío, la gente pierde la empatía.

No quiero recordar las últimas palabras y lo cierto és, que poco me acuerdo ya de ellas. Algo así como el gris, el negro y el blanco.

Nos va a llevar al fracaso, igualmente querré caer de cabeza.



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