2013-03-24

Mi hermano



No tengo trastorno bipolar, ni episodios de euforia y depresión en el mismo día. Es importante que lo diga, porque mi blog está tomando el tono de un maniaco-depresivo a medio medicar. La entrada pasada era felíz, ésta ya no.

Juro que iba a disponerme a traducir todo el trabajo que tengo atrasado de vete-a-saber-cuándo. No he podido. Ni siquiera he podido comer hasta hace escasos minutos (18:07). Iba a traducir, iba a comer; pero en mi camino me he topado con mi hermano pequeño: ese ser miserable que se ha propuesto joderme el día como quehacer de la jornada. He llegado a casa después de una mañana de trabajo en un pueblo de alrededores y le he preguntado qué tal la noche, dónde fueron y qué tal lo pasaron; si había bajado al perro y si iba a cocinar macarrones o pizza. Bien, sus respuestas lejos de dar información han sido ultra escuetas del palo: "no se", "por ahí", "con gente". Me la suda.

Le he preguntado que qué pasaba, a lo que ha contestado: "es una mierda vivir aquí". ¿Por qué?, he preguntado. "Porque sí y punto". Tras asegurarme de que no había discutido con papá y mamá, ya sabía que la clave residía en mi y en mi reafirmación como Alex en la familia. Ha asentido. Ese era su mayor problema. Pero no "ese" en concreto, sino según él: el-llamarme-Alex-y-tener-que-pensar-en-masculino.

MENTIRA

Ha querido disfrazar y distraer su homofobia y transfobia a través del esfuerzo supremo que es cambiar un nombre por otro y utilizar el masculino en el femenino que había antes, que nunca hubo.

Bien.

Así es como yo describo a un nazi del siglo XXI. Cuando le he dicho que estaba siendo un insensato y no actuando bajo sus 22 años de cultulización y colegios gratuitos y de pago ha contestado: "el nazi eres tú por querer que te llamemos Alex, nos lo estás imponiendo sin importarte la familia".

La "conversación" ha ido adquiriendo tono sangriento, pues mi cuello rebosaba sangre entre las arterias: "yo solo reivindico mi identidad, no es lo que te parezca bien o te parezca mal. ES y punto. No tienes que objetar ni cuestionar nada, pues a ti no te influye en tu persona."

-"¿Que no me influye? ¿que no me influye? Me influye en que tengo que pensar cada vez y es una mierda"

-"Revisa si ese es tu máximo problema, porque si lo es, careces de ellos en la vida"

-"Yo no tuve un hermano, tuve una hermana!"

-"Soy tu hermano y soy tu hermano mayor!"

-"Tú no eres mi hermano, tú eres una mierda! No tienes en cuenta a la familia y eres un egoista de mierda. Si quieres ser Alex, vete de casa, haz lo que te salga de los huevos con tu vida; pero lejos de la familia y lejos de casa".

Y demás sandeces retrogradas de nazi maleducado y benjamin, que ha ido de machito en la casa toda su vida. No me cabe en la cabeza, aún, que un hombre de 22 años estudiando una carrera y un ciclo superior tenga esas ideas en la mente. Aparte de la de que mi identidad de género es consecuencia de mucho tiempo libre, eso...eso me rebienta.

Y he estado a punto de rebentar en su cara, pero no lo ha logrado. He rebentado fuera, en el baño, en el cuarto de mis padres, en mi cuarto, otra vez en el baño. Llevo dando tumbos toda la tarde, sin rumbo, sin nadie que lo comprenda, aquí, ahora.

La conversación o la discusión ha sido, obviamente, muchísimo más extensa y ha dado mucho más de sí; pero para qué reflejarla aquí toda, cuando él sigue estudiando -no se para qué le sirve- y yo estoy aquí, escribiendo esta mierda.

Lejos de apoyarme y corregir a mi hermano, sale impune. Como siempre. Mi madre ha ido a su cuarto diciendo que tenemos que reunirnos todos por la convivencia, por el bien de todos...VAYA HIPOCRESÍA.

Otra vez: la mala educación. Yo hago como que corrijo al niño, pero el niño se va de rositas a la habitación de nuevo, sin falta, sin corrección. Así es como se fabrican los pequeños nazis en una casa: dejándolos ir de rositas cada vez. "Es mi niño pequeño, seguro que ha habido algún error". Ese, madre, es tu pequeño déspota, misógino, retrógrado, homófobo, trásfobo que se niega  a crecer mentalmente porque nunca lo necesitó, hasta que la desgracia cayó en su casa.

Mi madre asegura que todo se solucionará hablando los cuatro; pero lo que yo le he dicho es: qué tengo que reunirme yo, cuando llego a casa y mi hermano menor me insulta gratuitamente porque está en desacuerdo con mi elección personal. Por qué. Por qué me tengo yo que reunir familiarmente por el bien de la convivencia. Pero Dios mio! edúcalo! dale una jodida hostia! quítale la paga! ponlo firme! De nuevo, el resultado de una madre permisiva con su benjamin, algo que yo, no tuve.

Quién me iba a decir que, la figura más nazi la iba a tener en mi propia casa de mano de mi queridísimo hermano y que iba a andar con su guardia jurado, mi madre, las 24h para "justificar" que tenga un trato homófobo. De hecho no es algo que me esté inventado porque tenga algo en contra de él. Mi psicólogo, Jorge, le advirtió a mi madre que NO le pasara ningún comentario de ningún tipo a mi hermano bajo ninguna justificación. No se ha cumplido. Él hace como que estudia, en su cuarto, elude la reunión familiar famosa de los huevos y otra vez, se sale con la suya. La de "no me interesa ahora hablar", "ahora no", "otro día". Por qué. Y por qué tenemos que permitirlo.

Tengo ganas de partirle la cara. Tengo ganas de ser un toro. Un monstruo. Un cíclope. Un huracán. Tengo ganas de que llegue el día en el que la seguridad en mi mismo arrase las paredes de esta chavola humana que se hace llamar hogar. Y si no fuera violencia y si no fuera pacífico, hoy le volaba la cabeza a mi hermano con la rabia que tengo en los dientes.



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