2011-02-28

Autopsia en Vida

Me iba a acostar, lo prometí, pero...

una nube de palabras torcidas, inclinadas en una perfecta diagonal expirante se abalanzó sobre mis cabellos mojándome de mierda al respirar. Al respirar en este habitáculo sin paredes. De mierda.

No te pongas las gafas, no hay nada que leer de tu agrado. No te pongas las gafas, hazme ese favor. Deja de tocar la pantalla. Deja de leer las lineas de una en una siguiendo ese orden que te enseñaron en la escuela. Sáltate las normas. No me leas. No me leas, hazme el favor. Que hoy no encuentro a quien escribir bajo esta nube de palabras torcidas, inclinadas, en una perfecta espiral que roza mis pestañas. De mierda.

Saqué punta a mi lapicero del número dos. A modo de bisturí, rajé hondo una perfecta fosa en el corazón. Se cubrieron los bordes y las paredes rápidamente de escarcha roja, sucede cuando la sangre se seca. Eso no me impidió meter el dedo poco a poco en ese abismo ardiente, penetrandolo así hasta rozar la pared opuesta y por último, sacar cuidadosamente la yema húmeda de mi dedo índice teñida de un granate podrido después de haber arañado los vasos y capilares que dotaban de muerte en vida a este tumor. Nuestro tumor. Abre la boca. Cómetelo. Es una autopsia en vida. Es mi ofrenda de Amor.

Quién no ha fantaseado alguna vez con disecarse el Corazón en Vida.
Quién no fantasea con colgar las palabras más bellas de Amor de una soga y darle una patada al libro que las sujeta.

He vomitado los sentimientos en el suelo de mi cuarto y todo ello ha conformado un bonito momento artístico, incluso la música era lenta. Pero has cerrado la puerta y se ha derrumbado el techo. Era yo.

2011-02-20

Plegaria para con Dios I

Dios,

¿tú crees que Ella me Ama?

Yo creo que sí.

2011-02-19

Que Me Corten la Mano.

¡Arrrrrrrrrggggg!,

arráncame el Alma si te atreves. Se me sale el corazón por la boca y las palabras no te bastan; pero esque no te bastan los gestos ni los actos. Tendré que emparnos de sangre y hacer viscerar este Amor tan vivo que se me escapa por momentos. Tendré que pintarlo todo de dolor y regarnos con vinagre para desparasitarnos de la mala costumbre. La mala costumbre de hablar con el corazón en la estantería. La mala costumbre de vaciar las palabras de sentido y alejar la semántica de nuestras bocas muertas.

Ya no me dices nada que quiera oir, ya no te digo nada que quieras oir mientras me corroo en la misma silla donde escribo. Hablo contigo o escribo, no hay más. Las cosas que no te digo están aquí, en una pequeña ventana. Queriéndote decir la Vida mientras tú sólo lees la Muerte. Es un empujón al corazón contra una ventana de vidrio cortante. Es estamparnos contra una motosierra recién encendida. Es como coger una cuchara ardiendo y sacarse los óculos delante del espejo, untarlos en aceite y mandárte un simulacro de mis lágrimas. Porque ya no me ves y cuando no me ves me matas. Me entierras. Y crees quererme porque no te queda más remedio; pero no hay nada que te aplaste el corazón y los latidos empujen con la fuerza de un grito sordo las palmas de tus manos para intentar respirar. Sólo me quiero morir y no encuentro el momento porque pienso que es posible rescatarte de donde estés. Y no quiero morir antes de matarnos.

La batalla que libro desde hace meses por dentro es indescriptible, el daño que me hago es diario y sólo respiro paz cuando entreno o estoy en un ring. La paz del golpe en el estómago, ¡bendito sea!, así logro desviarlo de nuestros golpes al corazón. Odio cuando dices que no te sientes especial, si tengo que rociar de sangre mi cuerpo lo haré, si tengo que escalar una montaña sin brazos lo haré con los dientes y si tengo que cruzar el Atlántico con los pulmones saliendose de la mandíbula y colgando fuera de ella arrastrandose a golpes en la superficie del oceano tras de mi, lo haré. Si la aorta soporta la presión de los colmillos hambrientos de venganza y sed de rabia, entonces seguiré ahí, cabizbaja en la cuerda que tensas y me une las sienes. Y si cierras la puerta me pillarás la cabeza y acabará rodando por el pasillo de tu casa a merced de encontrarse contra la esquina de algún mueble viejo y desprenda restos de sesos por alguna habitación vacía. Guardo las conversaciones agrias, enfermas y virosas al lado de las sanas y felices, para ver si se les contagia lo bueno. Confío en los dos. Siempre. ¿Confías tú? Y tengo más preguntas para ti que respuestas, tengo más folios escritos que en blanco, tengo más cerebro machacado a directos que utilizable. Tengo todavía mucho Amor que darte.

No se si es la desesperación primera la que me empuja a estas palabras manchadas de negro, si es la final la que me mueve al suicidio literario o si me veo tan sólo, que desearía que esta noche alguien acabara con mi vida antes de sentir la indiferencia de la que tú me hablas tras esta pantalla de mentira. Llena de ilusiones no reales que llevan tanto a la mágia como al tunel que marca el final de la atracción. Me he convencido desde que eras tan sólo una ilusión de que eras la Mujer de mi Vida, de que compartiríamos riego sanguineo si hiciera falta y de que daría mi vida por ti si de ello depende que sigas viviendo. Escribo a cabezazos contra la pantalla. Sufro la arritmia en las callosas yemas de mis dedos curtidas en las noches vacías. Cada letra es un aporreo constante contra el teclado que lo mismo escribe Mierda que escribe Amor. No se escribir sino de Mierda o de Amor. Sino de Amor o Destrucción. Crearé mi propia literatura, mi propio género, mi propia poesía y mi propia conmoción. Para mi y para nada. Para la Mierda, para el Amor.

Pongo la mano en el Fuego y, esta vez, que me la corten para poder hacer literatura con el Corazón.

2011-02-08

Dive divide.

Cuando divides tu alma entre la Poesía y Dios.
Cuando divides las yemas de tus dedos entre el cielo y la pluma,
dejas que el áspero papel corte tus lágrimas,
dejas que Dios se apiade de ti.

Cuando llegas al límite de tus experiencias vividas hasta ahora,
rezas cada noche a ese Dios que antes no te hacía falta.

Qué egoista el ser humano.
Qué egoista yo.

*

When you divide your soul between Poetry and God.
When you divide your fingertips between heaven and a quill,
you let the rough paper cut your tears,
you let God have mercy on you.

When you come to the limit of the experiences lived until now,
you pray every night to that God that was useless before.

How selfish the human being.
How selfish of me.

Untie the grief

To compose Poetry of mine

not to be departed sans no life

not to be left with a whimper behind

I will compose that Poetry

that Poetry of mine.