Dios,
me encamino hacia la obscuridad de mi juicio final. Miénteme mientras esté en tu regazo. Acógeme esta noche, méceme en tus entrañas calladas y tiernas, y dime que todo está bien. Calma mis oidos con silencio estelar. Esté donde esté esta madrugada, cántame una nana. Una nana de esas que acallan el llanto pueril y que limpia la culpa más humana del pecado visceral. Sonríeme y protégeme a escasas horas de la salida del sol. Un nuevo nacimiento, una nueva muerte. La nuestra.
Exento de culpa no quedaré; pero rocía mi frente de besos fríos y viento suave. Viste de lana mis sueños esta noche, ya los deshilachará ella a la mañana.
2011-01-30
Diálogo con Dios
Dios,
la noche me acelera el corazón. El exceso de teina hace estragos en los capilares de mi cuerpo. El sistema intravenoso despliega su colapso batiendo y agitando mi pecho intensamente, provocándome el sobresalto de madrugada. Provocándome el llanto nervioso a altas horas de la noche cuando no tengo a quien recurrir. Recurro a ti. Entonces te aclamo y te rezo, bien alto, en palabras grandes y pupilas dilatadas, que deje de sacudirme el órgano vital. Que desde la distancia, zarandea con la esperanza de que salga cara y yo, porte mi cruz de por vida. Se va, enajenándose de mi como algo nunca conocido. Como si hubieramos estado en otra dimensión. Como tú, Dios. Como tú. Y como yo, tu siervo, que se arrodilla y se arrastra ante ti cuando el polvo terroso del campo de batalla lo llama. Apotronado en la cama, los días a diario, solos tú y yo y la prontitud inoportuna del tiempo triste.
Mantengo mis diálogos contigo por ser el único que, a pesar de creerse más demonio que yo mismo por el resto de mortales, -incluso por mi-, no me juzga. No me juzgas pese a acumular deudas con el Amor y con la moral de este convenio colectivo.
Empiezo a creer en mis ratos nocturnos que me amas tal y como soy. Que sí, que siempre te me han querido vender de alguna forma u otra; pero sólo yo he conocido tu perdón en la soledad más extrema, de estar perdiendo el Amor de mi vida. Que ella aún no lo sabe, que no conoce la magnitud del latido. Que no conoce, ni sabe, ni sabrá, cuánto me odio. Cuánto de odio soy capaz de untarme cada mañana al despertar de un mundo gris a un mundo negro. Sólo la realidad supera la pesadilla de soñar que la pierdo.
De rodillas, en sangre y en inglés. Me has oido pregarte hasta deshacerme de toda cordura. Me has oido clavar las garras en el fondo de mi garganta para hacerme vomitar la vida. De pie, con sudor y enlagrimado. Me has oido pregarte hasta deshacerme de toda locura. Me has oido el silencio en el fondo de mi corazón para poder provocarme el eco.
Sufro la consecuencia de las contracciones cardíacas crónicas, cuando lo que quiere salir de mi propio pecho es un tumor que conservé: Mi propio corazón podrido.
la noche me acelera el corazón. El exceso de teina hace estragos en los capilares de mi cuerpo. El sistema intravenoso despliega su colapso batiendo y agitando mi pecho intensamente, provocándome el sobresalto de madrugada. Provocándome el llanto nervioso a altas horas de la noche cuando no tengo a quien recurrir. Recurro a ti. Entonces te aclamo y te rezo, bien alto, en palabras grandes y pupilas dilatadas, que deje de sacudirme el órgano vital. Que desde la distancia, zarandea con la esperanza de que salga cara y yo, porte mi cruz de por vida. Se va, enajenándose de mi como algo nunca conocido. Como si hubieramos estado en otra dimensión. Como tú, Dios. Como tú. Y como yo, tu siervo, que se arrodilla y se arrastra ante ti cuando el polvo terroso del campo de batalla lo llama. Apotronado en la cama, los días a diario, solos tú y yo y la prontitud inoportuna del tiempo triste.
Mantengo mis diálogos contigo por ser el único que, a pesar de creerse más demonio que yo mismo por el resto de mortales, -incluso por mi-, no me juzga. No me juzgas pese a acumular deudas con el Amor y con la moral de este convenio colectivo.
Empiezo a creer en mis ratos nocturnos que me amas tal y como soy. Que sí, que siempre te me han querido vender de alguna forma u otra; pero sólo yo he conocido tu perdón en la soledad más extrema, de estar perdiendo el Amor de mi vida. Que ella aún no lo sabe, que no conoce la magnitud del latido. Que no conoce, ni sabe, ni sabrá, cuánto me odio. Cuánto de odio soy capaz de untarme cada mañana al despertar de un mundo gris a un mundo negro. Sólo la realidad supera la pesadilla de soñar que la pierdo.
De rodillas, en sangre y en inglés. Me has oido pregarte hasta deshacerme de toda cordura. Me has oido clavar las garras en el fondo de mi garganta para hacerme vomitar la vida. De pie, con sudor y enlagrimado. Me has oido pregarte hasta deshacerme de toda locura. Me has oido el silencio en el fondo de mi corazón para poder provocarme el eco.
Sufro la consecuencia de las contracciones cardíacas crónicas, cuando lo que quiere salir de mi propio pecho es un tumor que conservé: Mi propio corazón podrido.
Ars Amandi, Reflexiones filológicas,
Delirios a Dios
2011-01-24
Tórnate gris.
De los secretos más oscuros surgen las añoranzas. Ninguna añoranza es igual a otra. Me mimetizo con el entorno que me rodea y me vuelvo un poco más humano, eso quiere decir, como ya sabreis, vulnerable a la destrucción, a ser destruido. Sentimientos en la superficie, fragilidad, codicia y cualquier emoción que te torne frágil o te haga retroceder en el camino hacia la muerte.
Si tú te tiñes de gris, yo me tiño de negro. Por completo. Ahora soy un ser inútil y completamente inservible, lleno de emociones que recorren mi cuerpo como si de electrones frenéticos se tratasen. Esculpen la materia grasa y la transforman en formas ovoides. Intento escapar de mi cuerpo, muy a pesar de que Platón me advirtera de que jamás lo conseguiría. Intento escapar de mi cuerpo y alcanzarte con la mente, para intentar persuadirte de que te necesito aquí. Por mi culpa. Por mi condición de humano irreversible. Por la debilidad de ser mortal. De codiciar, de necesitar.
¡Menuda especie la nuestra, que se contenta con ambicionar de forma constante y sin dar las gracias.! Y a eso le llaman, tengo entendido, tener una inteligencia superior. ¿Superior a qué?
Me contentaría con no tener que gritarte desde aquí, desde esta cueva invisible para ti, que te añoro. Que rodeo, en cada caida del sol, mi cuello con las manos sin atreverme a arrebatarme la vida. Sucumbo en la desesperación y cada amanecer me vuelve a rescatar el 'de otros diluvios oigo una paloma'. No hay tanta suerte a diario. Habré muerto, al menos, veintitrés veces desde que te fuiste. Metafóricamente hablado, eso sí. Cobarde. Llámame cobarde. En bajito, eso también. No vayas a herir la parte más humana que me queda, la del sufrimiento eterno de pensar que te puedo perder entre la niebla.
Tíñete de gris, que yo me teñiré de negro.
Si tú te tiñes de gris, yo me tiño de negro. Por completo. Ahora soy un ser inútil y completamente inservible, lleno de emociones que recorren mi cuerpo como si de electrones frenéticos se tratasen. Esculpen la materia grasa y la transforman en formas ovoides. Intento escapar de mi cuerpo, muy a pesar de que Platón me advirtera de que jamás lo conseguiría. Intento escapar de mi cuerpo y alcanzarte con la mente, para intentar persuadirte de que te necesito aquí. Por mi culpa. Por mi condición de humano irreversible. Por la debilidad de ser mortal. De codiciar, de necesitar.
¡Menuda especie la nuestra, que se contenta con ambicionar de forma constante y sin dar las gracias.! Y a eso le llaman, tengo entendido, tener una inteligencia superior. ¿Superior a qué?
Me contentaría con no tener que gritarte desde aquí, desde esta cueva invisible para ti, que te añoro. Que rodeo, en cada caida del sol, mi cuello con las manos sin atreverme a arrebatarme la vida. Sucumbo en la desesperación y cada amanecer me vuelve a rescatar el 'de otros diluvios oigo una paloma'. No hay tanta suerte a diario. Habré muerto, al menos, veintitrés veces desde que te fuiste. Metafóricamente hablado, eso sí. Cobarde. Llámame cobarde. En bajito, eso también. No vayas a herir la parte más humana que me queda, la del sufrimiento eterno de pensar que te puedo perder entre la niebla.
Tíñete de gris, que yo me teñiré de negro.
Ars Amandi, Reflexiones filológicas,
Disección del alma y el cuerpo
2011-01-23
Identificaciones.
Cuando nos sentimos identificados con un personaje, sea real o ficticio, corremos a adherirnos a él precipitándonos instintivamente como si fuesemos a caer en sus brazos; pues nos sentimos aliviados de creer que queda repartido el peso de ser nosotros mismos.
Ars Amandi, Reflexiones filológicas,
Reflexiones invernales
2011-01-18
De Aparencia Humana
He llegado a la conclusión de que no puedo tener un perro a mi lado porque yo mismo soy mi propio perro. Yo mismo me paseo, me encolerizo y vuelvo a mi estado de sumisión. Me lamo, me doy cariño y me muerdo la cola cuando no hay nadie cerca a quien poder morder.
Debo de ser una raza de esas pastor, grande, peluda e inteligente. Inteligente para mi especie. Odio que me comparen con un ser humano o que intenten tratarme como tal. No se dan cuenta porque no observan mi rabo ni tampoco se fijan en cómo tengo las orejas nunca. No tengo nada que ver con un humano, pero se empeñan en tratarme como tal sólo porque creen escuchar que aquello con lo que me comunico es su lenguaje.
Hacen como que oyen como que entienden que de mi hocico sale un lenguaje parecido al suyo. Porque a veces un aullido puede recordar al llanto de un cachorro humano. Pero no escuchan más allá del lenguaje verbal y por eso no ven mis señales cuando intento que no me acaricien por la calle. Probablemente te ladre mi me cruzo contigo. Sí, contigo y contigo.
No eres tú. Reconozco tu olor y me es familiar; pero es tu energía. Tu energía no me deja vivir y me vuelve loco. Loco de atar y por eso mis patas sangran cada noche arañando la pared. Lo notarás enseguida* si cruzamos las miradas. Hace tiempo que dejé de ser cachorro, que ya tengo más paciencia y las orejas erguidas. Puedes notar cuándo me enervo, te lo haré notar con un gruñido grave. No quiero tu presencia cerca, no mientras sigas siendo humano.
Yo esperaba mi reencarnación y resulta que ya era una bestia antes de ser consciente de ello. Que no hablo, que ladro. Que es difícil verificar cuándo voy a atacar y de hacerlo si estoy jugando o si realmente quiero herir a alguien. Nunca le he hecho daño a uno de mi especie; pero cómo diferenciarlos entre tanta jungla llena de humo y máquinas que atropeyan gratuitamente. Mientras tanto, ¿a cuántos seres humanos he herido sin querer? Porque no entienden el nivel de juego, no juegan a la misma intensidad o simplemente ellos no lo ven como un juego. ¿A cuántos seres humanos habré hecho daño y cuántos quieren volver a sentarse tranquilos a mi lado?, ¿cuántos de ellos no me sacrificarían o me calificarían de 'bestia inmunda'?.
¿Por qué estamos mezclados?, ¿por qué no puedo volver a donde pertenezco?.
Rehuyo de la compañía humana, estar con una especie diferente me está matando por fuera y por dentro. Prefiero quedar con los de mi especie en el parque de debajo de mi casa, sólo. Sólo pero en camada. Todo está tranquilo y tengo alguien que sin cruzar palabra conmigo es capáz de entender mi sufrimiento en vida.
Si corro me pueden atropellar. Si aullo en la noche me pueden encerrar. Si muerdo me medicarán. No tengo escapatoria y tú no vas ni a comprenderme ni a saber ayudarme.
Se que es confuso pues tengo apariencia humana y mi condición bípeda hace casi imposible que te quepa en la mente que no soy como tú. Pero conservo mi sentido de la percepción en la obscuridad* y la viva mirada de un perro que se siente incomprendido. Siempre incomprendido.
Y no, no soy uno de tu especie ni lo seré jamás. Quiero olvidar mi facultad del lenguaje, aprendido a base de puñetazos en la mandíbula y sangre en el morro. Quiero volver a aullar y sentirme libre.
Ambas acepciones están aceptadas:
* enseguida/ en seguida
*obscuridad/oscuridad
Debo de ser una raza de esas pastor, grande, peluda e inteligente. Inteligente para mi especie. Odio que me comparen con un ser humano o que intenten tratarme como tal. No se dan cuenta porque no observan mi rabo ni tampoco se fijan en cómo tengo las orejas nunca. No tengo nada que ver con un humano, pero se empeñan en tratarme como tal sólo porque creen escuchar que aquello con lo que me comunico es su lenguaje.
Hacen como que oyen como que entienden que de mi hocico sale un lenguaje parecido al suyo. Porque a veces un aullido puede recordar al llanto de un cachorro humano. Pero no escuchan más allá del lenguaje verbal y por eso no ven mis señales cuando intento que no me acaricien por la calle. Probablemente te ladre mi me cruzo contigo. Sí, contigo y contigo.
No eres tú. Reconozco tu olor y me es familiar; pero es tu energía. Tu energía no me deja vivir y me vuelve loco. Loco de atar y por eso mis patas sangran cada noche arañando la pared. Lo notarás enseguida* si cruzamos las miradas. Hace tiempo que dejé de ser cachorro, que ya tengo más paciencia y las orejas erguidas. Puedes notar cuándo me enervo, te lo haré notar con un gruñido grave. No quiero tu presencia cerca, no mientras sigas siendo humano.
Yo esperaba mi reencarnación y resulta que ya era una bestia antes de ser consciente de ello. Que no hablo, que ladro. Que es difícil verificar cuándo voy a atacar y de hacerlo si estoy jugando o si realmente quiero herir a alguien. Nunca le he hecho daño a uno de mi especie; pero cómo diferenciarlos entre tanta jungla llena de humo y máquinas que atropeyan gratuitamente. Mientras tanto, ¿a cuántos seres humanos he herido sin querer? Porque no entienden el nivel de juego, no juegan a la misma intensidad o simplemente ellos no lo ven como un juego. ¿A cuántos seres humanos habré hecho daño y cuántos quieren volver a sentarse tranquilos a mi lado?, ¿cuántos de ellos no me sacrificarían o me calificarían de 'bestia inmunda'?.
¿Por qué estamos mezclados?, ¿por qué no puedo volver a donde pertenezco?.
Rehuyo de la compañía humana, estar con una especie diferente me está matando por fuera y por dentro. Prefiero quedar con los de mi especie en el parque de debajo de mi casa, sólo. Sólo pero en camada. Todo está tranquilo y tengo alguien que sin cruzar palabra conmigo es capáz de entender mi sufrimiento en vida.
Si corro me pueden atropellar. Si aullo en la noche me pueden encerrar. Si muerdo me medicarán. No tengo escapatoria y tú no vas ni a comprenderme ni a saber ayudarme.
Se que es confuso pues tengo apariencia humana y mi condición bípeda hace casi imposible que te quepa en la mente que no soy como tú. Pero conservo mi sentido de la percepción en la obscuridad* y la viva mirada de un perro que se siente incomprendido. Siempre incomprendido.
Y no, no soy uno de tu especie ni lo seré jamás. Quiero olvidar mi facultad del lenguaje, aprendido a base de puñetazos en la mandíbula y sangre en el morro. Quiero volver a aullar y sentirme libre.
Ambas acepciones están aceptadas:
* enseguida/ en seguida
*obscuridad/oscuridad
Ars Amandi, Reflexiones filológicas,
Ládrame
2011-01-16
Que Nadie Te Oiga Aullar
Distingue mi tono de voz firme, autoritario y suave. Me distingue a lo lejos usando la trufa como buen pastor. Receloso de su pelota y de su territorio. A veces juego a invadir su territorio. No me va a morder. Ni tan sólo levantará el labio superior. Ni un gruñido, ningún sonido por el que preocuparse, nada de ruidos roncos y graves.
Estado de sumisión. Orejas atrás, cola baja con leve movimiento oscilante. Derecha, izquierda, derecha, izquierda. Mirada baja, cabeza baja. Rastrea algo.
Tan sólo un monosílabo acompañado de un suave gesto corporal le invita a sentarse a mi lado. Yo lo invito y acude a mi obediente. Se sienta, levanta las orejas en 'modo alerta'. Está atento a su única obsesión: la pelota.
No se da cuenta, o quizá sí, de que sólo se la lanzaré con potencia si se sienta y se tranquiliza. Que en ese estado no va a conseguir nada. Y bendita mi paciencia. Nada...que jadée.
Ahora. Ahora la lanzo con potencia y corre como si fuera su presa. Es una simple pelota; pero le vuelve loco. A mi también. Me vuelve loco.
Me sacudo el pantalón lleno de barro con mi mano y sin querer me he llevado gran parte de él. Ups. Bueno, es igual. Repetimos el ejercicio de la pelota esta vez haciendo que se quede inmovil a la voz de 'quieto'. Eso sí, manteniendo la mirada y el gesto. La energía corporal hará el resto. Cuando vea que se desvanece el estado de nerviosismo e inquietud le lanzaré la orden de 'busca'. Corre, corre y corre. Nada hará desaparecer su obsesión.
Vuelvo a tener barro, esta vez en las zapatillas.
Se acercan nuevos miembros. Nos saludan y nos huelen. Protejo a mi cánido mostrando una fuerte territorialidad para él y para mi. Nos huelen y somos aceptados. Más tarde parece que un Golden quiere dominar a mi perro. Se huelen. Nada fuera de lo común. Empiezo a notar yo mismo la tensión...tras el olisqueo compulsivo del Golden comienzan los gruñidos graves y bajos que denotan agresividad y dominancia. Se muerden el hocico y se oyen lamentos y quejidos. Rapidamente actuo y muerdo con fuerza y precisión el bajo viente de mi compañero. Eso no se hace. Túmbate. Échate. Déjate oler. Aquí mando yo.
Nunca duran demasiado las luchas por ser el lider. No son grandes peleas pero para ello no debes dejar que tu compañero entre en ese estado demasiado tiempo o no lograrás apaciguarlo.
Volvemos a mezclarnos entre la jauría. No parece haber un lider claro e indiscutible sino que todos ellos, machos y hembras conviven en un estado de calma y paz. Sólo hay tres pelotas y hay que hacer por merecérselas.
Él me guarda y sabe que le protejo de todo ataque. Que estoy ahí y que no voy a dejar que nada malo le pase. Han pasado 3horas y media y seguimos en medio de la camada; pero debemos irnos. Él tiene que beber y descansar su pelaje y yo...yo tengo que meterme de patitas en la ducha. No necesito pronunciar su nombre para acabar la tarde e irnos a casa, simplemente le miro y le hago un gesto con el cuerpo marcando la dirección. Me sigue y siempre detrás, nunca delante. Al fin y al cabo sabe distinguir a su lider.
Sabemos la dirección. Camino a casa ambos corremos moviendo esta vez con más energía nuestras colas peludas. Derecha, izquierda; derecha, izquierda; derecha, izquierda.
Estado de sumisión. Orejas atrás, cola baja con leve movimiento oscilante. Derecha, izquierda, derecha, izquierda. Mirada baja, cabeza baja. Rastrea algo.
Tan sólo un monosílabo acompañado de un suave gesto corporal le invita a sentarse a mi lado. Yo lo invito y acude a mi obediente. Se sienta, levanta las orejas en 'modo alerta'. Está atento a su única obsesión: la pelota.
No se da cuenta, o quizá sí, de que sólo se la lanzaré con potencia si se sienta y se tranquiliza. Que en ese estado no va a conseguir nada. Y bendita mi paciencia. Nada...que jadée.
Ahora. Ahora la lanzo con potencia y corre como si fuera su presa. Es una simple pelota; pero le vuelve loco. A mi también. Me vuelve loco.
Me sacudo el pantalón lleno de barro con mi mano y sin querer me he llevado gran parte de él. Ups. Bueno, es igual. Repetimos el ejercicio de la pelota esta vez haciendo que se quede inmovil a la voz de 'quieto'. Eso sí, manteniendo la mirada y el gesto. La energía corporal hará el resto. Cuando vea que se desvanece el estado de nerviosismo e inquietud le lanzaré la orden de 'busca'. Corre, corre y corre. Nada hará desaparecer su obsesión.
Vuelvo a tener barro, esta vez en las zapatillas.
Se acercan nuevos miembros. Nos saludan y nos huelen. Protejo a mi cánido mostrando una fuerte territorialidad para él y para mi. Nos huelen y somos aceptados. Más tarde parece que un Golden quiere dominar a mi perro. Se huelen. Nada fuera de lo común. Empiezo a notar yo mismo la tensión...tras el olisqueo compulsivo del Golden comienzan los gruñidos graves y bajos que denotan agresividad y dominancia. Se muerden el hocico y se oyen lamentos y quejidos. Rapidamente actuo y muerdo con fuerza y precisión el bajo viente de mi compañero. Eso no se hace. Túmbate. Échate. Déjate oler. Aquí mando yo.
Nunca duran demasiado las luchas por ser el lider. No son grandes peleas pero para ello no debes dejar que tu compañero entre en ese estado demasiado tiempo o no lograrás apaciguarlo.
Volvemos a mezclarnos entre la jauría. No parece haber un lider claro e indiscutible sino que todos ellos, machos y hembras conviven en un estado de calma y paz. Sólo hay tres pelotas y hay que hacer por merecérselas.
Él me guarda y sabe que le protejo de todo ataque. Que estoy ahí y que no voy a dejar que nada malo le pase. Han pasado 3horas y media y seguimos en medio de la camada; pero debemos irnos. Él tiene que beber y descansar su pelaje y yo...yo tengo que meterme de patitas en la ducha. No necesito pronunciar su nombre para acabar la tarde e irnos a casa, simplemente le miro y le hago un gesto con el cuerpo marcando la dirección. Me sigue y siempre detrás, nunca delante. Al fin y al cabo sabe distinguir a su lider.
Sabemos la dirección. Camino a casa ambos corremos moviendo esta vez con más energía nuestras colas peludas. Derecha, izquierda; derecha, izquierda; derecha, izquierda.
Ars Amandi, Reflexiones filológicas,
Ládrame
2011-01-14
That Monster that's me.
Seguro estoy de que pocos mortales conocen el Amor si no han pensado alguna vez en cercenarse el corazón con un puñal de frabricación casera.
Ars Amandi, Reflexiones filológicas,
Disección del alma y el cuerpo
De la Destrucción, parte II.
La Verdad, esa gran Mentira.
Ars Amandi, Reflexiones filológicas,
De la Destrucción,
Reflexiones invernales
2011-01-05
De la Destrucción, parte I
La vida no es complicada, nos la complicamos nosotros mismos.
¿Cuántas veces habré oido eso? ¿Y tú?
¿Cuántas veces habrás oido tú eso?
Y aún así no ha sido suficiente para evitar la catástrofe, el caos.
Te estaba esperando. Me había puesto mis mejores galas de invierno. Una copa de whisky en el estómago y otra en la mano con la que hace tiempo te habría acariciado. Contuve la respiración por no oir la angustia que latía en mi. La contuve por no hacerte saber que seguía viviendo.
Te estaba esperando. Me había aprendido 'La Destrucción o el Amor' de memoria, de aquél mi amigo Aleixandre para poder encajar algo de aquellos versos que fueron Verdades en ti y en mi. Algo de verdad y algo de destrucción. Nada de mentira o nada de Amor.
Así lo querías y así lo obtuviste. Que los meses se disfracen de Noviembre viene siendo una práctica de lo más ancestral. Ya no engañan con los cambios estacionales sino que Noviembre que una vez se sintió sólo, está pagando su soledad con la tuya y con la mia.
Y puede que hace meses no estuviera tan equivocada. Que el caos provoca caos y que el orden y la Verdad son hipótesis de una ciencia incierta como es Amar. Y tú nunca has sido Amar ni Amor. Ni yo, fíjate. He perdido el Este, que no el Norte.
Da igual, no lo entiendes. No lo entiendes.
[Green became Red.
Red became Viole(n)t.]
¿Cuántas veces habré oido eso? ¿Y tú?
¿Cuántas veces habrás oido tú eso?
Y aún así no ha sido suficiente para evitar la catástrofe, el caos.
Te estaba esperando. Me había puesto mis mejores galas de invierno. Una copa de whisky en el estómago y otra en la mano con la que hace tiempo te habría acariciado. Contuve la respiración por no oir la angustia que latía en mi. La contuve por no hacerte saber que seguía viviendo.
Te estaba esperando. Me había aprendido 'La Destrucción o el Amor' de memoria, de aquél mi amigo Aleixandre para poder encajar algo de aquellos versos que fueron Verdades en ti y en mi. Algo de verdad y algo de destrucción. Nada de mentira o nada de Amor.
Así lo querías y así lo obtuviste. Que los meses se disfracen de Noviembre viene siendo una práctica de lo más ancestral. Ya no engañan con los cambios estacionales sino que Noviembre que una vez se sintió sólo, está pagando su soledad con la tuya y con la mia.
Y puede que hace meses no estuviera tan equivocada. Que el caos provoca caos y que el orden y la Verdad son hipótesis de una ciencia incierta como es Amar. Y tú nunca has sido Amar ni Amor. Ni yo, fíjate. He perdido el Este, que no el Norte.
Da igual, no lo entiendes. No lo entiendes.
[Green became Red.
Red became Viole(n)t.]
Ars Amandi, Reflexiones filológicas,
De la Destrucción
Iscriviti a:
Post (Atom)