Qué bien saben mis dedos entre tus costuras.
Hacía tiempo que no se enredaban entre tus faldas, mujer.
¡Ay guitarra!
Tan tímida y quieta como siempre, siempre estás donde te dejo y ¡no por sumisa!, sino por exceso de curvas que te impiden moverte.
¡Ay guitarra!
No me cuesta mucho ponerte a cantar, galantemente predispuesta a ello, alegras los días y entonas las noches.
¡Ay guitarra!
Fiel compañera, el primer amor con los brazos abiertos y las palmas tocando.
Nessun commento:
Posta un commento
Ahotsak