Estamos sobreviviendo a Noviembre, a Neptuno en Piscis y toda esa mierda. Bien, ya era hora de estrenar el mes (pensé que jamás lo haría). Genial, ¿por dónde empiezo?. Pensaba que este mes estaba siendo diferente porque todo empezó normal y corriente. En realidad no; pero no hacía el suficiente frío como para escribir nada. Ahora publico mis penas como suplicando un abrazo verbal que nunca llega. El mes de las dudas, de los sueños que se desvanecen en océanos, del "no te entiendo", del "yo a ti tampoco", del "¿pero qué tengo que entender cuando solo quiero tu cuerpo?", del "no lo expliques, no tienes por qué". El mes de las canciones tristes, de los vasos llenos, de las venas vacías, de los glóbulos oculares rajados, de las mejillas frías, de los besos que no están. La soledad, de tu soledad, de la mía. De la nuestra. De ninguna muestra de afecto a efectos de que parezca vacía. Del miedo. Del tuyo, del mío. Del miedo a la Vida. Dime ¿qué esperas?. ¿A mi? ¿a ella? ¿a un lobo enfermo que te lama y que te acune?.
Sonaría fatal "necesito tu boca". Tan sin-ce-ro. Tan feo, ¿quién dice la verdad? Nadie. ¿Para qué quieres la verdad, niña, si todavía es Noviembre? ¡Si los ciegos ven las ausencias igual que mi cuerpo respira tu miedo! Cometimos pecados antes de ejecutar nuestros pechos. Antes de que tus labios cruzaran mis ojos, antes de que tu piel rozara nuestra energía, antes de que el gris cubriera nuestros rostros, antes de que tu alma vistiera mi nombre, antes de que yo existiera... Tú.
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Ahotsak