2012-01-12

Pueblecito de Bus

Me desarmas los andamios. Me desbaratas la tranquilidad y martillea en mi cabeza la canción de Turnedo de Ivan, esa canción que siempre pones el día de Navidad cuando la tradición te acompaña de la mano hasta tu playa desierta. Nunca hacemos nada como es debido, aparece de nuevo la irracionalidad de las emociones.

Que detrás de tus esquemas, que detrás de tu motor; que detrás de toda letra y de toda expectación, yace viva la inquietud del Amor. No se está quieto, no se conforma, no se parece nada a nosotras. Me siento incapacitada hoy para la indiferencia. Retuerces el camino racional y me ofreces la mano a cualquier río en primavera.

Deseo unas vacaciones a tu lado. Escapar a algún pueblecito con encanto donde nadie sepa nuestros nombres y tan solo me arrope tu cuerpo desnudo. Sentir un beso húmedo caer despacio sobre mis labios que siempre fueron tuyos. Me encantaría sentir la tranquilidad de un paseo por el campo, poder medir el tiempo según las horas de sol y abastecer nuestro amor con ricos guisos de invierno. Tumbarnos en la ladera de alguna montaña a contarnos secretos que fueron olvidados. Tengo ganas de que te den las vacaciones que te mereces, de que puedas estar a gusto y de poder mimarte sin querer nada a cambio. Te llenaría los brazos con mi cuerpo salado. Me rendiría a ti. Ámame como se aman los amantes primeros, como se ama aquello que se nos escapa entre los dedos...

Nuestro Amor, lleno de descargas eléctricas incesantes, de olas mortales y de ráfagas huracanadas ha sabido transportarnos hasta playas desiertas donde te escondes al otro lado esperando que vaya y te abrace. Nadie más lo podría entender.

La puñalada más grande que jamás he sentido es saber que me Amas y no poder estar contigo.

Vayámonos a un pueblecito, de esos de bus.


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