No te encuentro.
No me encuentras.
No nos vamos a encontrar.
Tengo que romperme en mil pedazos otra vez.
Juro que es la última vez, que no va a volver a pasar.
Juro que no me encontrarás en tazas de té vacías como un impulso.
Como un impulso eléctrico gritaba la canción y así grito por dentro, bajo llave.
Ya ves, no esperabas esto. Ni tú ni yo. No esperaba no poder dormir oyendo el eco
de tu nombre. Sí, ese eco que se confunde con mi inicial en el cielo, en la arena.
Me acojoné, lloré y me fui. Reventé. Reventó el verano. Algo que no podré explicar.
Cuéntame a qué saben ahora tus labios cuando callan. Cuéntanos a qué saben las horas después
de pasear sola por la orilla. ¡Joder! Quiero ir a ti. Invisible barrera que entorpece lo mundano
de lo divino. Te acostumbraste a decir que NO. Me acostumbré a asentir.
Peroahoranomesueltes. Agarra mi mano como se agarran estas palabras vacías.
Amor.
AMOR.
¡Joder!
Otra vez la descarga en el pecho. Brutal.
Duele verte y no mirarte.
Duele oírte y no escucharte.
Me estoy volviendo loco y no es una locura sana.
Supersubmarina en bucle, café en bucle y los días no vividos también, en bucle.
¿Dónde estás?
¡Joder! Pensé que todo esto era una jodida broma. Al cajón. Ya no recuerdo su olor.
*
2014-06-23
Incendio irreversible.
A medida que pasan los días y que pasan los recuerdos y que comienza este estío hastío de mierda y banderas, voy quemando con los restos, con cenizas lo que fue y lo que no. Recuerdo tu cara, ¡imposible olvidarla! Tu cara y la arena. Todo. Los días pasan, lo sabes y no van a volver los días gratos. Siempre en la gravedad cero, dispuesto a perderme en la cabeza de tu cohete.
Doscientas horas no bastan. No sabemos nada aún. Solo toca aguantar el humo que penetra pulmones tras cuatro años y una hoguera en el corazón. Tan duro como corazón coraza de Benedetti, tan animal como yo. Guardo el sinsentido por si me encuentras en horas bajas y no quieres oír mi voz. Silbaré por si aparecen los sueños a pedazos que escribimos en la arena; tú mis iniciales y yo las tuyas. En la arena y en el coche. Calor. Y ahora frío. Una de cal y una de tu arena. La misma que manchó el alma del sin saber y días sombríos. No se si esperar y recoger la esperanza de la incertidumbre sembrada. Se me raja la voz cada vez que pronuncio tu nombre contra el techo...y lo estrello y explota y crea una lluvia de estrellas artificial que me acuna hasta el sueño más profundo donde te encuentro, igual de perdida que yo, igual de sensible que estas manos que ahora acarician el boligrafo que tantos versos ha roto, él solo.
Si romper las ventanas fuera suficiente, habría cabalgado hasta ellas con mi corazón de hierro pero nunca lo fue, nunca lo pude lanzar, la maleza me tapa la vista, impenetrable. Hacía tanto de todo. De esto, es escribir y de fumar junto a un café solo, en la ventana, en el cuarto. Hacía tanto de los latidos arrítmicos y de la incerteza de saber si volverás, si volveré a ver tus ojos que me muero.
Te gusta lo que escribo, pero no lo lees, ni lo leerás. Porque eres verde y el verde siempre vuelve y nunca lee, solo lee el azul y de verdad: ¿cómo vas a gestionar todas esas emociones Alejandro? Si parece que ella va a explotar contra tu pecho. Implosionan las lágrimas y crean cráteres en el alma. No, no puedes escapar y menos esta vez. Lo sabes y ella, también.
¡AAAAAH RÓMPETE!
Ars Amandi, Reflexiones filológicas,
Al cubo de la basura,
De la Destrucción,
Del Amor
Iscriviti a:
Post (Atom)